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El Diario de Rebeca, Capitulo 4: El día D

Capítulo 4: Llegó el día D

Creo que no voy a contar nada nuevo. Todas las que hemos pasado por un quirófano hemos sentido lo mismo: expectación, muchos nervios…. el día D había llegado.
Tenía que estar en la clínica a las 7, pero yo llevaba despierta como desde las 5 de la mañana. Aproveché el tiempo. Una meditación, visualización, mucha energía positiva para mis piernitas y una ducha larga y calentita.

Después, un tiempo que parece a la vez largo y corto. Vienen a verte el anestesista, el enfermero, y ¡por fin! los cirujanos trazándome las líneas sobre las que trabajarían.
El Doctor Manavela me explicó en qué consistiría mi intervención, el porqué de cada línea, y que empezaría por la parte trasera para ver “a dónde llegaba”. Si podía ser en una vez, se haría, si no, ya veríamos.

Entré en quirófano y todo el mundo fue súper atento conmigo. Palabras amables y tranquilizadoras, que tanta falta hacen en esos momentos. No fue anestesia general, me dieron algo que en seguida me dio sueñito y después me pincharon epidural, aunque de eso ya no me acuerdo.
Me dormí pensando en que todo iba a salir bien. El despertar fue fantástico. El Doctor se acercó a mí y con una sonrisa que se adivinaba debajo de la mascarilla me dijo:
-Rebeca, ha salido genial, ¡hemos sacado 10 litros de tu parte trasera!-
Yo tenía muchas ganas de preguntarle muchas cosas, de ver fotos, de saber cuánto tiempo había durado la intervención, y el, con la amabilidad que le caracteriza, me enseñó las fotos que me había hecho, junto con un: ¿ves? ¡tienes tobillos!. Y si, vuelvo a tener tobillos. Y unas pantorrillas preciosas jajaja.
La operación duró 4 horas, con un total de 10 litros extraídos de mis brazos (que han quedado divinos de morirte) y parte posterior de mis piernas. Después de eso, un ratito de reanimación y a planta, donde me esperaba mi chico.
¿Has visto las fotos?- fue lo primero que me dijo. Y es que no dejo de sorprenderme viéndolas.

La recuperación está siendo genial. La epidural se fue, me pusieron analgésicos y antibióticos y por fin comí, que estaba muerta de hambre. Hasta ahora, dolor como de agujetas, puedo levantarme y sentarme sola, ir al baño… me quedé a pasar noche en el hospital porque tengo dos drenajes puestos y el doctor prefirió que estuviese controlada.
Como a las 10 de la mañana estaba ya en casa. Y aquí estoy, mucho sofá, algún paseíto del salón al baño y a la cocina, a beber mucha agua y electrolitos. Y comida real, que hoy Luis me ha hecho un cocido que espabila a un muerto, vamos.
Hace un ratito me escribió el doctor, que termina una cirugía y viene a verme. ¿Se puede pedir más? Y mañana vendrá Ronny, el enfermero que me ha estado atendiendo, también a hacerme las curas y ver qué tal estoy.
El martes empiezo post operatorio con Victoria, la kinesióloga, y el miércoles voy a consulta para ver qué tal todo y fijar fecha para la segunda intervención, que será en unos 15 días aproximadamente.
¿Qué decir? Pues que no puedo dejar de mirar las fotos ni de mirarme en el espejo, que con hinchazón y todo veo los cambios. Que estoy feliz, que esto es un sueño cumplido para mí y que me gustaría que muchas de vosotras que me estáis leyendo lleguéis a cumplir.
Que estos dolores no son nada con los que llevo aguantando una vida entera, y que no puedo estar más agradecida al equipo médico, a Ana, a mi familia, y como no, a mi chico, por estar aquí, y por hacer este sueño realidad.

¡Vamos a ello!

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